Sin salud emocional no existe salud física: te propongo sumergirnos en nuestro propio universo y explorar todo cuanto emerja… Silenciar todo ruido superfluo para escuchar, y atender, los pilares que nos sustentan y nos nutren: el físico, el emocional, el mental y el espiritual.

A través de mi experiencia como terapeuta he podido comprobar cómo las mujeres que están (de forma inconsciente) peleadas con sus cuerpos, sus trabajos, con la sociedad que les ha tocado vivir, este malestar no asoma en la superficie pues aparentemente “todo está bien” y todo apunta al logro de la meta previamente diseñada.

A las “mayores” les enseñaron a dedicarse a sus familias exclusivamente, y cuando sus hijos se van ya no saben qué hacer con su tiempo. A las demás nos enseñaron a no depender, a lograr una independencia emocional, laboral, de pensamiento… Hemos alcanzado esa anhelada igualdad en muchos ámbitos pero algo sigue fallando cuando para conseguirlo hemos de renunciar o traicionar parcelas propias, cuando el modelo a seguir nos encorseta, nos hace daño, nos contrae y nos impide respirar de forma expansiva y libres, libres de verdad.

Sigue proyectándose socialmente un modelo obsoleto que ya no se sostiene. Nos sigue tocando elegir entre destacar profesionalmente o ser “buenas” madres. Esa imagen “ideal-irreal” de mujer que todo lo puede, esa imagen de mujer a la que muchas intentan acercarse con la continua frustración y agotamiento para desmoronarse en el intento, esa sensación de impotencia, de no llegar a todo lo que una quisiera o piensa que debería, para sentirse respetada y vista como una mujer de “hoy en día” (complejo de super-woman).

Todo esto traducido a la cotidianeidad se manifiesta en enfermedades físicas, enfermedades psico-somáticas, desgaste, rencor, rabia, falta de energía, fragmentación, pérdida de interés, de motivación y de creatividad vital… y con un sinfín de síntomas y actitudes que nos indican la urgencia de PARAR, silenciar el pensamiento, tomar distancia para facilitarnos la escucha y sentirnos. Revisar las creencias en las que nos criamos y fuimos construyendo la mujer en que nos convertimos.

Reafirmar la mujer que originalmente soy, comprender cuál es mi lugar, elegirlo, legitimarlo y decidir qué papel quiero jugar en la sociedad en la que vivo y de la que soy co-creadora.

Resignificarme como la mujer que elijo ser, ya adulta, consciente y responsable de mis necesidades y deseos.

A través de un espacio seguro te propongo un tiempo y lugar para explorar todo este universo que eres (a través de tus diferentes cuerpos):

• El cuerpo físico: conciencia y escucha corporal a través del yoga y otras técnicas corporales.
• El cuerpo emocional: meditación e imaginería visual.
• El cuerpo mental: revisión y cuestionamiento de creencias y distorsiones de las participantes que puedan afectar a su vivencia de género. Las herencias culturales.
• El cuerpo espiritual: contemplación, presencia, silencio, espacio.